¿Tan difícil era?
El Real Murcia, que recupera la sonrisa con su segundo triunfo consecutivo, golea al Villarrobledo al ritmo de Curto y Josema
Si su hijo de dos años tiene sed, lo normal no es que vaya a la nevera, abra la puerta, saque la botella, coja un vaso y se sirva. Si su hijo de dos años tiene sed, lo normal es que recurra a su papá o a su mamá, a quien en ese momento tenga más cerca, para pedirles ayuda. Porque para su hijo de dos años, que apenas sabe nada del mundo, su papá y su mamá son sus ojos, sus oídos, sus pies y sus brazos.
Ahora dejen de pensar en un niño de dos años y céntrense en Adrián Hernández. Es novato el técnico en Segunda B. Es inexperto el entrenador en un banquillo con exigencia. Es bisoño el preparador murciano en un club como el Real Murcia, en el que se siente la presión incluso antes de abrir la puerta. Pero pese a ser novel, a llevar la L en la espalda cuando se colocó por primera vez la camiseta del equipo grana, a Adrián Hernández se le olvidó lo más simple, aplicar la lógica. Porque cuando eres novato, como lo es el técnico murcianista, porque cuando tienes una plantilla demasiado débil y desequilibrada, la lógica dice que te agarres al árbol que más sombra da, y en el vestuario ese árbol está representado por jugadores como Armando, Víctor Curto, Antonio López y Josema, futbolistas, el muleño en menor medida, que saben perfectamente lo que es jugar en Segunda B. Además, el extremo, el centrocampista y el catalán conocen a la perfección cada rincón de Nueva Condomina.
Lo tenía fácil Adrián Hernández. Tirar de lógica y ver qué pasaba. Llamar a papá o a mamá y pedirles ayuda en un inicio liguero complejo por todas las caras nuevas, pero bastante llano por el nivel de los rivales -solo el Córdoba y el San Fernando tienen mejor plantilla que el Real Murcia-.
Pero Adrián Hernández, acostumbrado a campar a sus anchas por el vestuario del Churra, habituado a dar un grito y que todos le escuchen, pensaba que esas reglas también le iban a servir para tener al rebaño en el corral, para cortar de un plumazo cualquier mirada extraña. Por eso, Adrián Hernández, en vez de acudir a papá y a mamá, decidió lanzarse a la aventura y demostrar que es ese líder ideal que nos muestran en los libros de autoayuda.
No le bastó a Adrián Hernández dejar escapar la victoria en Cádiz. Tampoco se le encendió la luz al entrenador grana cuando Josema dio la asistencia del gol frente al Algeciras o cuando los mejores minutos de los murcianistas en ese partido llegaron con la salida al campo de Víctor Curto. Dicen que a la tercera va la vencida, pero Adrián Hernández es la excepción que confirma la regla. Fue a Córdoba y se dejó fuera de la convocatoria al centrocampista murciano y al delantero catalán. El muleño ni entró en el once titular. Pensarán que recapacitó a la cuarta. Pues se equivocan. Llegó el San Fernando a Nueva Condomina y Adrián Hernández volvió a anteponer su ego al bien del grupo, dejando fuera del equipo a los únicos jugadores que te pueden elevar el nivel en una plantilla en la que muchos futbolistas a las primeras de cambio ya habían demostrado que no sirven para competir en Segunda B. Solo caer al último puesto de la clasificación y posiblemente ver las malas caras de los que se sientan en palco llevaron al entrenador murciano a dejar las niñerías de lado, porque su comportamiento era semejante a esos niños pequeños que llegan a casa quejándose porque el profe les tiene manía o porque los libros muerden si los abren.
Abrió Adrián Hernández los ojos y vio lo que todo el mundo llevaba viendo desde el minuto 1 del partido 1 de la jornada 1. Y hace una semana, en Talavera le faltó once para meter a Josema, Armando y Víctor Curto. Y ya saben lo que pasó. Por si se me despistan, les diré, que el Real Murcia, que llevaba un punto en cuatro partidos, sumó su primera victoria de la temporada. Pero, por si lo han olvidado también, los goles los consiguieron curiosamente Josema y Víctor Curto.
¿Tan difícil era? Pues para los que no saben de fútbol, los que no han estudiado para ser entrenador, los que simplemente se sientan en una butaca a disfrutar o a redactar una crónica, parecía lo más sencillo del mundo. Pero, en cambio, el entrenador del Real Murcia ha necesitado tirar cuatro jornadas a la basura para tirar de lógica. Y puede que la ceguera de Adrián Hernández no sea lo grave. Puede que cante más que existiendo un director deportivo recibiendo una nómina mensual, se tardase un mes en recordarle al entrenador -si es que Julio Algar ha llegado a hacerlo en algún momento- que para ganar mejor utilizar a los mejores.
Que nadie piense que la presencia de Armando, Antonio López, Manolo, Josema, Chumbi y Víctor Curto va a asegurar la victoria todas las semanas. Que nadie piense que este Real Murcia no va a sufrir para acabar la temporada en una zona tranquila. Pero cuando tu rival es el Talavera o el Villarrobledo, es más fácil ganar si alineas a los jugadores mencionados que si los dejas en el banquillo o en la grada. Se demostró hace una semana y se confirmó en el día de ayer ante el Villarrobledo. Porque ayer el Real Murcia disputó el mejor partido de la temporada, aunque, para no lanzar las campañas al vuelo y no generar un optimismo excesivo, mejorar lo que se había visto tampoco era tan difícil.
Vivió la afición del Real Murcia la tarde que llevaban deseando desde hace ya varios meses. A los catorce minutos ya habían celebrado un gol y en la segunda parte se confirmó la victoria sin casi sufrir. Todo fue de cara a los murcianistas. Hasta el rival decidió aliarse con los locales para permitirles vivir el segundo triunfo consecutivo. Apostó Jesús Castellanos por un planteamiento kamikaze y, mostrándose tan cabezón como Adrián Hernández, no fue capaz de rectificar pese al baño que le estaba cayendo. Y es que la defensa del Villarrobledo era vista y no vista.
Solo Perona y Chato, porque nadie sabe todavía dónde estaban los laterales, eran los encargados de frenar a los murcianistas, y claro, cuando sobre el campo tienes jugadores que huelen la sangre como Josema, Alberto Toril y Víctor Curto, pues pasó lo que tenía que pasar. En catorce minutos, las puertas de la nave de los visitantes ya habían salido volando. En ese instante fue cuando Josema hizo ‘chas’ para deslizarse entre los defensas del Villarrobledo como si de una anguila se tratase. El muleño, solo delante de Salcedo, podría haber definido, pero en cambio miró a su lado, vio a Curto y, a diferencia de lo que habría hecho Adrián Hernández, confió en la experiencia y la veteranía del catalán, y claro el ‘9’ grana -’10’ según su dorsal- no necesitó ni disparar para empezar a celebrar.
No solo fue un buen comienzo en ataque. En la primera media hora, los granas pudieron golear pero fallaron o se cruzaron con el palo. Las ayudas de Josema y Alberto Toril no dejaban respirar al Villarrobledo, y el Murcia se sentía cómodo pese a su déficit, defectos que dan miedo pensando en el momento en que lleguen los equipos buenos y competitivos.
No puede el Real Murcia jugar tan desordenado, ni dejar tantos espacios entre líneas; le falta demasiado trabajo a los granas, pero ayer todo eso daba igual, porque en el espejo del Villarrobledo, los murcianistas se sentían bellísimos. Como esos amigos que te levantan la moral, que no te fallan en los momentos difíciles, los visitantes fueron el mejor psicólogo del Real Murcia.
Como Castellanos no corrigió nada, Josema siguió campando a sus anchas, Manolo poniendo orden en el centro del campo y Antonio López ni despeinándose para frenar los tímidos arreones de los visitantes. No necesitaba el muleño ni comerse varias fichas, con solo mirar a Chato y Perona era suficiente. En una combinación con Manolo, el muleño sirvió en bandeja el 2-0 a Alberto Toril. También en la segunda parte, Álex Melgar cerró la goleada tras aprovechar una asistencia de Peque. A la vez que los goles subían al marcador, todo el mundo aplaudía. ¿Tan difícil era conseguirlo? No, salvo que te llames Adrián Hernández.
FICHA DEL PARTIDO
Real Murcia: Lejárraga, Álvaro Rodríguez, Armando, Antonio López, Edu Luna, Iván Pérez, Manolo, Meseguer, Josema (Marcos Legaz, 72), Alberto Toril (Melgar, 55) y Víctor Curto (Peque, 61).
Villarrobledo: Salcedo, Pablo García, Perona, Montero, Nacho, Chato, Agus Alonso (Pekes, 60), Iñaki, José Carlos, Teo (Isma Lahoba, 68) y Rubén Sánchez (Lozano, 60).
GOL: 1-0. Min. 14: Víctor Curto. 2-0. Min. 50: Alberto Toril. 3-0. Min. 70: Melgar.
ÁRBITRO: García Aceña
ESTADIO: Nueva Condomina. 6.134 espectadores.