El Real Murcia ondea la bandera de la paz
Los granas son incapaces de imponerse a un Marbella que, pese a llegar invicto a Nueva Condomina, regala la primera parte y ve como Armando adelanta a los murcianistas desde el punto de penalti
Ángela Moreno. La Opinión
Este fin de semana he jugado por primera ver al Fortnite. Lo he hecho en un móvil, lo que, según mis amigos expertos en el videojuego de moda, aumenta la dificultad. El objetivo de la partida está claro de inicio. Tienes que ser el único participante que quede con vida. Y para ello debes evitar, por un lado, que te maten y, por otro, que te atrape una tormenta que se va reduciendo conforme vas sumando minutos. Resumiendo, hay que correr mucho, siempre ordenadamente y como si te fuera la vida en ello; y afinar la puntería, claro. Para complicar las cosas, siempre empiezas de cero, es decir, que cada vez que entras en el juego debes buscar lanzarte rápidamente a buscar las armas que te ayuden a matar a tus rivales antes que ellos acaben contigo.
¿Por qué les cuento esto?, se preguntarán. Intentaré explicárselo de manera sencilla. Después de probar el famoso Fortnite y de ver en acción al Real Murcia contra el Marbella, siento que hay coincidencias. Apenas necesité un par de partidas para resistir a las tormentas, lo que te permite ganar puntos como superviviente, pero otra cosa muy distinta es ir eliminando a los rivales que se acercan con un arma en la mano. Entonces, en vez de reaccionar rápido, elegir la pistola más potente y apretar el gatillo sin pensarlo, simplemente, ante mi falta bagaje, me quedo parada, viendo como vuelan las balas a mi alrededor y rezando para que mi contrincante no tenga su tarde o, si juego en equipo, para que vengan mis amigos y me salven.
Es más, mi parálisis es tan grande, que ni soy capaz de tomar decisiones correctas. Puedo ponerme a correr, pero estoy tan perdida, que si tengo que huir hacia la izquierda, me lanzo a la derecha. Ni se me ocurre, por su puesto, descubrir mi posición iniciando el intercambio de golpes. Total que, mientras que estoy a campo abierto, sin rivales alrededor, soy capaz de aguantar el tiempo que haga falta sin temblarme las piernas al ver cómo se reduce la tormenta; sin embargo, cuando un contrincante se cruza en mi camino, el final de la historia ya es conocido, muero a las primeras de cambio.
Pues esa misma sensación que he sentido como jugadora de Fortnite es la que viví ayer en Nueva Condomina. A priori lo tenía el Real Murcia todo en contra. El Marbella llegaba luciendo la chapa de ‘jugador nivel experto’: con tres victorias consecutivas, en play off y con la condición de equipo invicto. No hace falta decir quién era el favorito para las casas de apuestas. Pero, una vez sobre el césped de NC, se igualaron las fuerzas. No se sabe si por confianza ante la situación en la tabla de los granas o porque todos tenemos un mal día, los de David Cubillo fueron una mala imitación de sí mismos en la primera parte. Un remate de Elías en un córner y un disparo que se marchó arriba de Mustafá fueron los únicos peligros que acecharon a un Murcia que tuvo la suerte de cara en el minuto 33.
Posiblemente en la primera vez que pisaba el área -tras esto no hace falta decir que no habían disparado ni una sola ocasión a puerta-, Lolo Pavón trastabillaba a Alberto Toril cuando el delantero grana iba a revolverse, y el colegiado no lo dudó ni un segundo. Penalti a favor de los granas y gol de Armando, que tomó la responsabilidad de tirarlo ante el paso atrás de un Chumbi que ya fallaba una pena máxima hace una semana en La Línea.
Lo tenía el Real Murcia todo a favor. La tormenta del Marbella no parecía cercana, los mejores jugadores del rival no aparecían y los granas, sin levantar el pie del acelerador, tenían la suerte de tener ventaja en el marcador. Quedaba un cuarto de hora para el final de la primera parte, el tiempo suficiente para hacer daño, mucho daño a un rival herido. Pero la agresividad de los granas en ese tiempo fue igual a la de un niño de tres años que afronta una guerra de cojines con su padre. No pudieron hacerlo peor los de Adrián Hernández. Pese a las entradas en el once de Alberto Toril, que elevaba las posibilidades en ataque, y a la presencia de un Josema todavía a medio gas, ofensivamente el Murcia fue nulo.
Bastante tenía Manolo con cubrir las espaldas a un Iván Pérez que necesita más protección que el presidente del gobierno. Para tapar los huecos dejados por el lateral, Edu Luna volvió a comerse mil y un marrón, aunque cada vez lo hace con mayor solvencia; y Manolo desatendía sus funciones en el centro del campo para no perder de vista la banda izquierda, por donde el Marbella lo medio intentó en la primera parte. Hasta Juanma en ocasiones también bajó a la mina para tapar un boquete que ya dura demasiado.
A diferencia de otros rivales, el Marbella no sacó oro por esa zona. Aunque también es verdad que el Marbella de la primera parte fue una imitación de sí mismo. Podría haber aprovechado ese mal día el Real Murcia, podría haber golpeado a la contra, podría haber puesto contra las cuerdas a su rival, podría… Pero si en el Marbella las debilidades son flor de un día, en el Real Murcia son su propia piel.
No hay un centrocampista que mire arriba, Josema volvía después de varias semanas de lesión, Alberto Rodríguez pagó el sobreesfuerzo y los minutos acumulados pidiendo el cambio mediada la primera parte e Iván Pérez ayer apenas salió de la zona defensiva. Chumbi y Alberto Toril tenían que pelear con una defensa que tampoco tuvo que remangarse y con los balones larguísimos de sus compañeros, que más que pases eran patatas calientes.
Ni con el 1-0 sacó el cuchillo el Real Murcia. Ni con el 1-0, como el que no se cree lo que ve, como el que piensa que es mentira que el espejo le diga que ‘es el más guapo’, se sintieron ganadores los granas. Solo pensaban en correr sobre el mapa y rezar para que ningún pistolero se cruzara en su camino. Porque hasta en contragolpes con todo a favor, el Real Murcia no fue capaz de decidir correctamente.
No hubo suerte. Porque el Marbella regaló la primera parte, pero no la segunda. Ya hubiera sido demasiado sorprendente que no reaccionara el equipo de David Cubillo. Ayudó a los visitantes la entrada en la partida de Juergen. Hizo daño por la banda derecha de los granas el colombiano. Sin Álvaro Rodríguez, Dorrio, primero, y Kevin, después, fueron sus parejas de baile.
Durante veinte minutos, el Real Murcia sufrió por todos sitios. El circulo de la tormenta se reducía y los granas no eran capaces de quedarse dentro. Y el rival tenía armas de todas las variedades. Lanzaron seis o siete córner en apenas un instante, lo intentaban por la derecha y por la izquierda, sufrían los defensas ante la movilidad de Óscar y las llegadas desde atrás de Elías… Hasta el punto que, como a mí en el Fortnite, llegó un momento en el que el Real Murcia se quedó paralizado. Ni para delante ni para atrás. Se vio en el gol del empate del Marbella. Otra vez, como tantas veces, un centro al área, un remate que salva Lejárraga y un rechace que hasta en dos ocasiones cogieron los visitantes. Finalmente fue Lolo Pavón el que puso el 1-1.
Cuando golpean al Real Murcia es cuando se ve la peor cara del Real Murcia. No hay ni pizca de agresividad. Todo lo contrario. En esos momentos el Real Murcia es un gatito asustado que huye despavorido cuando hay que plantar cara o que planta cara cuando hay que quedarse en la trinchera. Las líneas volvieron a saltar por los aires. Nadie fue capaz de mantener la calma, de tocar el silbato de la tranquilidad.
Once futbolistas corriendo como pollos sin cabeza, olvidando sus marcas, incapaces de decidir si se defiende o se ataca.
Se había puesto el encuentro favorable al Marbella, pero esta partida era colectiva y no individual, por lo que cuando Elías y Óscar tuvieron a tiro al Real Murcia, Lejárraga se convirtió en el escudo que daba un poco de vida extra a los granas.
Del dominio absoluto de los visitantes se pasó a campo abierto, con pistolas disparando por todas partes. Cuando no quedaba más opción, los granas se dieron cuenta que tenía balas. Un centro de Iván Pérez a Chumbi fue salvado por un defensa rival y Juanma se encontró con Wilfred.
El marcador de Nueva Condomina ya no se movió. El Real Murcia había sobrevivido, pero no hay que confundir sobrevivir con ganar, sobre todo cuando todo se te pone a favor.
FICHA DEL PARTIDO
Real Murcia: Lejárraga, Álvaro Rodríguez (Dorrio, 27), Armando, Antonio López, Edu Luna, Iván Pérez, Manolo, Juanma, Josema (Álex Melgar, 67), Toril (Kevin, 60) y Chumbi.
Marbella: Wilfred, Saúl González, Dani Pérez, Lolo Pavón, Redru, Elías, Bernal, Mustafá, Paulo Vitor (Juergen, 59), Manel (Añón, 80) y Óscar.
GOL: 1-0. Min. 33: Armando, de penalti. 1-1. Min. 63: Lolo Pavón.
ÁRBITRO: Subirats Matamoros. Amarillas a Mustafá, Manel Martínez, Manolo, Juergen, Bernal, Óscar, Antonio López.
ESTADIO: Nueva Condomina. 5.182 espectadores.
Pese al 1-0, los locales no hurgan en la herida y se conforman con un empate gracias a las buenas intervenciones de Lejárrraga