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cronicas

1/32 Copa del Rey. UCAM 2-3 Mirandés

La Copa del Rey tiene dos caras, y el UCAM Murcia las conoció ambas en la mañana de ayer. Los universitarios tuvieron que solventar la papeleta ante el CD Mirandés en La Condomina pese a tener la cabeza en la Liga, donde verdaderamente se juegan la vida. Por tanto, la eliminatoria no llegaba en el mejor momento para el equipo que dirige Miguel Rivera, aunque ya metidos en el papel, los jugadores decidieron dar el do de pecho, confirmar su mejoría de cara a puerta –el principal problema durante este curso– y plantar cara y de qué manera ante un equipo de Segunda División.

Así que del marrón de jugar la Copa mientras se piensa en Liga, el UCAM se sentó en el diván y aprovechó la ocasión para tratar de ponerle una solución definitiva a sus problemas de puntería. Es difícil recordar otra plantilla azulona con más calidad que la actual, y al final, con los mecanismos necesarios, esas cualidades debían salir a la luz. Parece que Miguel Rivera ha terminado de dar con la tecla, los jugadores con los que cuenta (Perales sigue desaparecido) se asocian cada vez más y cada vez mejor, lo que provoca casi por inercia la fabricación de oportunidades de gol.

Ayer fue el Mirandés el que sufrió esa fuerte convicción durante el primer tiempo. El UCAM se gustó desde el primer minuto, y pese a la evidente y superior calidad de su contrincante, se marchó al descanso mandando en el marcador con una ventaja mínima que pudo ser superior y que, finalmente, acabaría siendo insuficiente visto lo visto sobre el césped. Sin embargo, el balón parado dio grandes réditos al equipo universitario, que gracias a una falta magistral convertida por Viti, forzaba una prórroga que invitaba a soñar con la clasificación para los dieciseisavos, donde esperaban los premios gordos.

El central Hugo Álvarez daba un primer aviso a los tres minutos de juego. Un testarazo suyo tras un córner botado por el citado Viti se estrellaba en el larguero y daba el primer aviso claro al Mirandés. Los de Andoni Iraola, pese a que el UCAM fue mejor en el primer acto, no dejaron de tratar el balón con la calidad que atesoran, pese a los cambios efectuados por el técnico en el once.

El primer acercamiento de peligro –tras un gol anulado a Matheus– del Mirandés también llegó a balón parado, por medio de un Cristian González que remató fuera un nuevo saque de esquina. Aketxe, para el UCAM, también probaría de falta directa, pero Joao Costa, quien tuvo mucho trabajo ayer, conseguiría salvar en dos tiempos.

Sin embargo, pasada la media hora, los de Rivera enlazaron una sucesión de pases infinita, sacaron el balón jugado desde atrás, y desde la banda derecha Johan (sublime ayer) relanzó la jugada para acabar cediendo a Javi Moreno en la frontal. El joven andaluz, que ya marcó un doblete la pasada semana en Liga en Don Benito, volvió a demostrar sus aptitudes tras recortar ante Odei y sacar un latigazo cruzado que superó a Joao Costa sin condescendencia alguna.

Eran los mejores minutos de un UCAM que, de durar un poquito más el primer tiempo, habría sido capaz de aumentar su renta. Pero el descanso sirvió a Iraola y sus hombres para variar el plan. El Mirandés acumuló muchos hombres por dentro, agilizó la combinación en ataque y, en un abrir y cerrar de ojos, remontó la eliminatoria.

En el 56′, González igualó la contienda tras quedarse solo dentro del área, plantarse ante Iricibar, y batirle por bajo con un disparo cruzado. Solo cuatro minutos después, fue Íñigo Vicente el que certificó el despertar burgalés, que, desde la frontal y con un lanzamiento ajustado, superó a un Iricibar que nada pudo hacer para evitar el tanto.

Los cambios sentaron muy bien a un UCAM que necesitaba piernas y gasolina en tres cuartos de campo. Barbosa gustó y Camacho, voluntarioso, lo probó todo. Sin embargo, el Mirandés tuvo la sentencia en el minuto 71 con un latigazo de Malsa que se estrelló en el travesaño. Perdonaron los visitantes y el UCAM, al que no le costaba llegar al área rival pero sí finalizar, se encontró con una falta muy peligrosa que Viti alojó en la escuadra desde unos 26 metros.

El empate fue definitivo, obligando a decidir la eliminatoria en la prórroga y casi, casi rozando la tanda de penaltis. El bajón físico, evidente, sirvió para acrecentar la falta de creatividad en los metros finales para ambos equipos. Pero fue Álvaro Rey, a cuatro minutos del final del tiempo extra, quien aprovechó la pasividad (o la falta de fuerzas) para batir por bajo a Iricibar con un disparo suave, pero muy ajustado y que Iricibar no vio ni aparecer.

Los últimos arreones del UCAM fueron bien frustrados por un segurísimo Joao Costa. Los de Rivera cayeron con el orgullo por bandera, pero demostraron que están más que preparados para levantarse del diván y despegar en Liga de una vez por todas.

Extraído de la Opinión.

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